El riesgo de trastorno del espectro autista está influenciado principalmente por la genética, según sugiere un estudio financiado por el NICHD

Investigadores analizan información de salud de más de 2 millones de personas en 5 países

Jueves, Agosto 1, 2019
Dos investigadores con batas blancas de laboratorio, uno sentado y otro de pie, miran datos genéticos en un monitor de computadora.
Crédito: Imagen de archivo

Los factores genéticos hereditarios representan aproximadamente el 80 por ciento del riesgo de trastorno del espectro autista (TEA), según las estimaciones publicadas en un estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH). El estudio incluyó a más de 2 millones de personas de 5 países (Dinamarca, Finlandia, Suecia, Israel y Australia) y siguió a niños desde el nacimiento hasta los 16 años. Los autores concluyeron que la variación en la aparición del TEA probablemente se deba a influencias genéticas heredadas, con una menor contribución de factores ambientales.

El trabajo fue financiado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) Eunice Kennedy Shriver, el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEH) y el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS), todos parte de los NIH. Aparece en JAMA Psychiatry.

Antecedentes

El TEA es un trastorno complejo del desarrollo que afecta el comportamiento, la interacción, la comunicación y el aprendizaje de una persona. Si bien se desconocen las causas exactas del TEA y se cree que varían entre los individuos, los investigadores creen que el trastorno tiene orígenes genéticos y ambientales.

Las influencias genéticas pueden provenir directamente de los genes de una persona, que se heredan de la mamá y del papá, o genes de "efecto parental", que se refieren a genes no heredados que forman parte de la composición genética de la mamá o del papá. Los ejemplos comunes incluyen material genético, como ARNm o proteína, que se encuentra en el óvulo pero que no forma parte del ADN del niño. Las influencias ambientales también se dividen en dos categorías: las que comparten los miembros de la familia (como el nivel de educación de los padres) y las exclusivas de un individuo (como las complicaciones del parto o el parto por cesárea).

Estudios anteriores han encontrado grandes diferencias en la cantidad en que cada tipo de efecto (heredado, parental, ambiental compartido y ambiental no compartido) contribuye al riesgo de TEA. Los investigadores buscaron determinar la influencia de cada una de estas contribuciones mediante el análisis de un extenso conjunto de datos de nacimientos e información de salud familiar.

Resultados

El equipo del estudio obtuvo expedientes médicos de nacimientos únicos en cinco países: Dinamarca, Finlandia, Suecia, Israel y Australia (solo Australia occidental), excluidos nacimientos múltiples como gemelos y trillizos. Los datos de Israel incluyeron un subconjunto de nacimientos entre el 1 de enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2011, mientras que los datos de otros países incluyeron todos los nacimientos entre el 1 de enero de 1998 y el 31 de diciembre de 2007. Los investigadores hicieron un seguimiento de los niños hasta los 16 años de edad y obtuvieron información sobre la salud de los miembros de la familia a lo largo de 3 generaciones.

De los aproximadamente 2 millones de participantes, 22,156 (1.11 por ciento) fueron diagnosticados con TEA. El equipo del estudio desarrolló varios modelos estadísticos para estimar la contribución de varios efectos sobre el riesgo de TEA. Descubrieron que, en promedio, los factores genéticos hereditarios representaban aproximadamente el 80.8 por ciento del riesgo, y los "efectos parentales" de la madre representaban del 0.4 al 1.6 por ciento, lo que se consideraba insignificante. También encontraron que los factores ambientales no compartidos contribuyen consistentemente al riesgo de TEA, que van del 15.1 al 33.6 por ciento, según el país y el modelo estadístico utilizado. Los investigadores no encontraron una contribución significativa de factores ambientales compartidos.

Importancia

El TEA se describió por primera vez en la década de 1940, pero persisten lagunas de conocimiento sobre sus causas y desarrollo. Este estudio muestra que los factores genéticos heredados son importantes. Sin embargo, debido a cómo se diseñó el estudio, no muestra que los factores genéticos heredados sean la única causa del TEA. Hay muchos factores importantes que quedaron fuera del diseño del estudio.  

"Estos hallazgos proporcionan evidencia de que los factores genéticos heredados probablemente juegan un papel importante", dijo Alice Kau, Ph.D., de la Rama de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo del NICHD, que supervisó la financiación del estudio. "Pero los resultados son limitados al no tener en cuenta las interacciones entre los factores genéticos y ambientales e incluso algunos tipos de factores genéticos que no se heredan".

Por ejemplo, el estudio no tuvo en cuenta las mutaciones llamadas variantes de un solo nucleótido y las variaciones del número de copias que ocurren por primera vez en un miembro de la familia; estos tipos de mutaciones son factores de riesgo conocidos para el TEA. El estudio tampoco estudió los factores paternos (como la edad del padre), que también están asociados con el autismo.

Próximos pasos

Los autores señalan que todavía hay muchas preguntas sin respuesta que su estudio no aborda.

“Todavía queda mucho trabajo por hacer. Todavía no conocemos muchos de los genes específicos que contribuyen al riesgo, y existen numerosos factores ambientales potenciales que podrían estar relacionados con el TEA. Hasta ahora solo hemos rascado la superficie”, dijo Abraham Reichenberg, Ph.D., autor del estudio del Seaver Autism Center de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en Nueva York.

Referencias

Artículo: Bai D. et al., Association of genetic and environmental factors with autism in a 5-country cohort. JAMA Psychiatry DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2019.1411 (2019)

Editorial: Jutla A, Reed H, Veenstra-VanderWeele J. The Architecture of Autism Spectrum Disorder Risk What Do We Know, and Where Do We Go From Here? JAMA Psychiatry DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2019.1375 (2019)

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