Cuando los niños juegan con el perro de la familia, tuvieron altos niveles de oxitocina en comparación a cuando jugaron solos con juguetes, de acuerdo con un estudio financiado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver (NICHD, por sus siglas en inglés). De manera similar, los perros en el estudio también tenían altos niveles de oxitocina durante la sesión de juego.
Producida en el cerebro, la oxitocina es una hormona asociada a los vínculos y conductas sociales. Cuando los niños interactuaron con un perro que no habían conocido antes, tuvieron más altos niveles de oxitocina que cuando jugaron con juguetes, pero no tan altos como cuando interactuaron con sus propios perros. Los hallazgos podrían influir en las estrategias terapéuticas que involucran a animales para promover la salud emocional, mental y física en los niños.
El estudio fue realizado por Gitanjali Gnanadesikan (doctorada), Katherine M. King y Evan MacLean (doctorado), de la Universidad de Arizona, y sus colegas. Aparece en la revista Psychoneuroendocrinology. Financiamiento adicional fue proporcionado por Mars Petcare.
Antecedentes
Investigaciones previas indican que las interacciones entre los perros y sus dueños pueden influenciar los niveles de oxitocina en cada especie. Sin embargo, estos estudios se centraron en personas adultas dueñas de perros, y habían evaluado a los dueños y perros separadamente. Los investigadores también examinaron los niveles de oxitocina de los dueños y sus propios perros, pero no habían evaluado las interacciones entre las personas y los perros no relacionados con ellas.
Resultados
Para el estudio actual, los investigadores midieron simultáneamente los niveles de oxitocina en niños y perros cuando los niños interactuaron con los perros de sus familias, y después con un perro no relacionado.
El estudio inscribió a 55 niños y sus perros. Los niños fueron ubicados en una sala y se les pidió jugar con sus perros o “darle compañía a su mascota”. En otra sesión, los niños interactuaron en cambio con un perro de 8 años y medio seleccionado por su ánimo tranquilo y sin historial de agresión. En la sesión de control sin un perro presente, los niños se sentaron en una mesa y se les proporcionó una caja con juguetes para elegir, junto a varios rompecabezas, lápices de colores y papel para dibujar. Se recolectaron muestras de saliva de los niños y perros antes de la sesión, 15 minutos ya en la sesión, y 50 minutos después de que la primera muestra había sido recolectada.
Los niños produjeron los niveles más altos de oxitocina en su saliva cuando interactuaron con el perro de la familia. También produjeron más oxitocina en la saliva cuando interactuaron con el perro no relacionado, aunque no tanta como cuando estuvieron con sus perros de la familia. Los niños produjeron la cantidad menor de oxitocina durante su sesión de juego sin perros.
Los niveles de oxitocina en la saliva de los perros de la familia se incrementaron durante las interacciones con los niños con quienes estaban relacionados. Sin embargo, los niveles de oxitocina en la saliva bajaron en los perros no relacionados durante sus interacciones con los niños.
Importancia
Los autores señalaron que sus hallazgos proveen importante nueva información sobre los efectos en los niveles de oxitocina en las interacciones entre niños y perros. Los hallazgos también crean la posibilidad de que las intervenciones terapéuticas que involucren a animales puedan influenciar los niveles de oxitocina en niños, y podrían instruir futuros estudios sobre cómo las intervenciones que involucran a animales pueden beneficiar a los niños.
Referencia
Gnanadesikan, GE, et al. Effects of human-animal interaction on salivary and urinary oxytocin in children and dogs. Psychoneuroendocrinology. 2024.