Para diagnosticar un trastorno del piso pélvico (PFD por sus siglas en inglés), un examen físico podría ser suficiente. En algunos casos, el médico de una mujer verá o sentirá un bulto que sugiere un prolapso durante un examen pélvico de rutina. En otros casos, la mujer consultará a su médico sobre los síntomas que tiene, como problemas para controlar la vejiga o los intestinos.
Dependiendo de los resultados del examen o la gravedad de los síntomas, podrían realizarse pruebas.1 Algunas pruebas utilizadas para ayudar a diagnosticar o planificar el tratamiento son:
- Manometría anal. Esta prueba evalúa la fuerza de los músculos del esfínter anal.1, 2
- Cistoscopia Esta prueba se utiliza para observar el interior de la vejiga y la uretra (el tubo que transporta la orina desde la vejiga hacia el exterior del cuerpo) para detectar problemas como cálculos renales, tumores o inflamación.2
- Defecografía dinámica. Esta prueba se utiliza para evaluar el piso pélvico y el recto mientras el paciente mueve el intestino.1, 3
- Ultrasonido endoanal. Esta prueba utiliza ondas sonoras para obtener una imagen de los músculos del esfínter anal para su evaluación.1, 3
- Estudio urodinámico. Este estudio se utiliza para evaluar cómo funcionan la vejiga y la uretra. Puede ayudar a determinar a qué mujeres con problemas de control de la vejiga podría beneficiar más una cirugía.1
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