El éxito del tratamiento del feocromocitoma depende de varios factores; los más importantes incluyen: presencia de metástasis, factores genéticos, ubicación y extensión general de la enfermedad. Los feocromocitomas malignos solo se pueden determinar por la presencia de metástasis o la diseminación del tumor (tumores en lugares como los huesos, el hígado, los pulmones o los nódulos linfáticos).
El único tratamiento para curar el feocromocitoma es la remoción quirúrgica completa del tumor. La prognosis a largo plazo de los pacientes luego de la resección de un feocromocitoma esporádico único es excelente. Sin embargo, es común que los pacientes continúen teniendo presión arterial alta luego de la cirugía (casi el 50% de los pacientes).
La recurrencia (o reaparición) de la enfermedad se observa en el 17% de los pacientes; la mitad de los mismos presenta signos de una forma maligna de la enfermedad. La recurrencia es más frecuente en los pacientes con paragangliomas (33%) que en los pacientes con feocromocitomas (14%). Además, es más frecuente que tengan recurrencia los pacientes que tienen familiares con esta enfermedad (33%) que los pacientes que no los tienen (13%).1
El feocromocitoma maligno actualmente no tiene cura. La radioterapia, o el uso de ondas de radio para destruir los tumores, pueden ayudar a reducir de tamaño algunos tumores malignos.2 La reducción de los tumores puede disminuir los signos y los síntomas clínicos del feocromocitoma al reducir la producción de hormonas y, en algunos casos, podría permitir la cirugía.
Si bien no curan la enfermedad, se utilizan medicamentos para controlar los signos y síntomas clínicos tanto del feocromocitoma benigno como del maligno.