El NICHD apoya las investigaciones para identificar los factores de riesgo del acoso y la violencia, y desarrollar nuevas estrategias de prevención y tratamiento para proteger a las personas y las familias.
Por ejemplo, un estudio con el financiamiento del NICHD reveló un aumento de los homicidios asociados al embarazo en los Estados Unidos a principios de la pandemia del COVID-19. En 2020, el riesgo de homicidio fue un 35% mayor para las mujeres embarazadas o en el posparto, en comparación con las mujeres en edad reproductiva que no estaban embarazadas ni en el posparto. Las tasas de homicidio eran más elevadas entre adolescentes y mujeres afroamericanas. En general, los resultados de este estudio nacional pueden ayudar a adaptar los programas y las políticas de prevención a los grupos con mayor riesgo de sufrir violencia y muertes maternas.
Otro estudio se centró en cómo las mujeres indígenas americanas y nativas de Alaska (AI/AN) que han sufrido violencia doméstica o sexual cuentan sus experiencias con el embarazo, comportamientos anticonceptivos y toma de decisiones en materia de reproducción. Casi la mitad de las 56 mujeres del estudio declaró haber sufrido coacción reproductiva, es decir, abusos que ocurren cuando una persona ejerce poder y control sobre la salud reproductiva y las decisiones de otra persona. Las mujeres destacaron que la violencia de pareja, la violencia sexual y la coerción reproductiva están profundamente arraigadas en las historias de colonización, racismo y opresión actual de las comunidades AI/AN. Los resultados resaltaron cómo las intervenciones con enfoque cultural podrían mejorar la capacidad de recuperación de las mujeres AI/AN y ayudar a promover la salud reproductiva.
Los niños de color en los Estados Unidos están expuestos de manera desproporcionada a la violencia con armas, lo que puede tener efectos negativos y duraderos en su salud y desarrollo. Bajo el financiamiento del NICHD, un estudio descubrió que estas disparidades raciales aumentaron durante el primer año de la pandemia del COVID-19 . La exposición de los niños blancos a la violencia con armas de fuego aumentó un 27%, mientras que para los niños hispanos aumentó un 38% y un 42% para los niños afroamericanos. Los resultados destacan la necesidad de proporcionar un acceso equitativo a programas con información sobre traumas, prevención basada en la comunidad y reformas estructurales.
Otro estudio reveló que los niños que declararon haber estado expuestos a la violencia en los medios entre los 10 y los 15 años de edad tenían más probabilidades de manifestar comportamientos gravemente violentos, como agresión agravada, unos 5 o 10 años después. La relación se mantuvo cuando los investigadores ajustaron sus análisis para tener en cuenta otros factores de riesgo que pueden contribuir a un comportamiento gravemente violento. Los resultados sugieren que reducir el consumo de contenido violento en la infancia puede disminuir las probabilidades de cometer actos violentos más adelante.
Las reacciones de los espectadores ante el acoso pueden desempeñar un papel importante para detenerlo o fomentarlo. Los resultados de un análisis de los datos de más de 64,000 estudiantes de escuela intermedia y secundaria, con el financiamiento del NICHD, pueden ayudar a los educadores y al personal de los centros escolares a reducir el acoso y fomentar respuestas adecuadas, así como a aplicar de forma más eficaz las intervenciones que ya puedan tener. El estudio descubrió que los estudiantes que tenían una relación más estrecha con sus maestros y padres eran más propensos a adoptar comportamientos positivos como espectadores, por ejemplo, defender a los compañeros acosados. Los resultados del estudio también sugieren la importancia de elaborar enfoques contra el acaso centrados en los chicos y los estudiantes de secundaria.