Encontrará información básica sobre temas como “¿Qué es?” y “¿Cuántas personas tienen este trastorno?” en la sección ASD: Información sobre el trastorno. Las otras preguntas frecuentes que son específicas para un tema determinado se responden en esta sección.
Muchas personas con ASD también tienen uno o más de otros trastornos. Según los CDC, aproximadamente el 10 % de los niños con ASD tiene un trastorno genético, neurológico o metabólico identificable.1,2,16 Los nuevos criterios para el diagnóstico del ASD que figuran en el DSM-5 especifican que al diagnosticar el ASD, el profesional de la salud también debe indicar si la persona tiene alguna otra enfermedad comúnmente asociada con el ASD.
Algunos de estos trastornos concurrentes pueden incluir:
- Epilepsia o trastorno convulsivo. Hasta el 39% de las personas con autismo también muestra signos de epilepsia en la adultez.3 En la mayoría de los casos, los medicamentos pueden controlar y tratar la epilepsia de manera efectiva.
- Esclerosis tuberosa. Entre el 1 % y el 4 % de las personas con ASD también tiene esclerosis tuberosa. Este es un trastorno que provoca el crecimiento de tumores no cancerosos en el cerebro, los riñones, el hígado, el corazón, los pulmones y la piel.4,5 Las personas con esclerosis tuberosa tienen algunos de los mismos síntomas que algunas personas con ASD, incluido un retraso en el desarrollo, problemas conductuales y convulsiones.
- Síndrome de X frágil. Casi el 2,1 % de las personas con ASD también tiene síndrome de X frágil, la forma de discapacidad intelectual heredada más común.6,7 Este síndrome es causado por una mutación en el gen FMR1, que se ubica en el cromosoma X.
- Discapacidad intelectual. Muchas personas con ASD tienen una discapacidad intelectual (problemas para pensar, recordar, concentrarse o ser creativos).8
- Ansiedad. Aproximadamente el 29 % de los niños con autismo también tiene un trastorno de ansiedad.9 Cada trastorno de ansiedad tiene síntomas diferentes, pero en general un trastorno de ansiedad hace que las personas sientan un miedo y un terror excesivos e irracionales. Los síntomas suelen durar más de 6 meses.10 El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) tiene en su sitio web información sobre los trastornos de ansiedad.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés). Aproximadamente el 28 % de los niños con autismo también tiene ADHD.9 El ADHD es común en la infancia y puede continuar durante la adolescencia y la adultez. Los síntomas incluyen dificultad para permanecer concentrados y prestar atención, dificultad para controlar los comportamientos e hiperactividad (exceso de actividad).11 El NIMH tiene en su sitio web información sobre el ADHD.
- Muchas personas con ASD también tienen otras afecciones que se consideran menos graves. Los trastornos del sueño, las alergias y los problemas digestivos son comunes en las personas con ASD, al igual que en las personas sin autismo. Muchos de estos problemas son tratables. El tratamiento de estas afecciones no cura el autismo pero puede mejorar la calidad de vida de las personas que tienen autismo y sus familias.
Los profesionales de la salud ya no consideran al síndrome de Asperger como un diagnóstico válido para los síntomas más leves del autismo. Según los nuevos criterios de diagnóstico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, o la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5), se considera que las personas con síntomas muy graves de autismo y las personas con síntomas más leves —a quienes antes se diagnosticaba el síndrome de Asperger— tienen el mismo diagnóstico, ASD.
Sin embargo, si a su hijo ya le diagnosticaron síndrome de Asperger, no es necesario que vuelva a evaluarlo un profesional de la salud para que se le diagnostique ASD.
Algunas personas con la forma más leve de autismo, que antes se conocía como síndrome de Asperger, consideran el rótulo del diagnóstico como parte de su identidad. No hay nada malo en continuar utilizando este término para describirse a uno mismo o para identificar a un grupo de pares, aunque el término del diagnóstico oficial ha cambiado.12
En la actualidad no hay evidencia científica de que las vacunas o ningún material usado para fabricar o preservar las vacunas causen ASD o contribuya al mismo. Se ha llegado a la misma conclusión en numerosos proyectos de investigación, incluidos aquellos realizados de manera independiente en años recientes.13
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), otra agencia dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (DHHS, por sus siglas en inglés), realizan y apoyan la mayoría de los estudios federales sobre las vacunas y el autismo. Los CDC también brindan la información más exacta y actualizada sobre las investigaciones sobre el ASD y las vacunas, incluidos estudios apoyados por el Gobierno Federal y estudios que reciben financiamiento independiente.
Para obtener información más específica, visite el sitio web de los CDC en https://www.cdc.gov/ncbddd/Spanish/actearly/index.html .
La secretina es una hormona producida normalmente por el intestino delgado para ayudar a la digestión.
Actualmente, la FDA aprueba una dosis única de secretina solo para diagnosticar problemas digestivos. La secretina no está aprobada por la FDA para diagnosticar el ASD ni para tratar el ASD o sus síntomas.
En la década de 1990, se informó sobre unas pocas personas con ASD cuyo comportamiento mejoró luego de recibir secretina durante una prueba para problemas digestivos.
Un placebo es una sustancia que luce como un medicamento real (como la secretina) pero que en realidad no contiene ningún fármaco.
Sin embargo, en una serie de ensayos clínicos financiados por el NICHD y realizados a través de la Red de Neurobiología y Genética del Autismo: Programas Cooperativos de Excelencia en Autismo no encontró ninguna diferencia entre las mejoras observadas en quienes tomaron secretina y en quienes tomaron el placebo.14,15 De hecho, de los cinco ensayos clínicos de casos controlados publicados sobre la secretina, ninguno mostró que la secretina fuera mejor que el placebo, independientemente de la dosis o la frecuencia. Ningún estudio finalizado con posterioridad a este grupo de estudios iniciales ha arrojado resultados diferentes.
Citas
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